En Aragón ha existido, y existe, una cultura del ovino que ha marcado la historia, la economía, la sociedad y la cultura de Aragón.
El origen de Casa de Ganaderos se remonta al medioevo, en pleno apogeo del Reino de Aragón.
El 18 de mayo de 1218 Jaime I el Conquistador firma un privilegio nombrando a Domingo de Montealtet Justicia de los Ganaderos de Zaragoza y otorgándole la jurisdicción civil y criminal en todos los asuntos relacionados con la ganadería. Juan I, Jaime II, la Reina Doña María (esposa de Alfonso V) o Fernando el Católico, entre otros monarcas aragoneses, intervienen, conceden o ratifican privilegios a la Casa de Ganaderos.
El siglo XVIII, con la llegada de la nueva dinastía de los Borbones, supondrá un cambio de la política real respecto a la cofradía aragonesa y provocará el primer gran recorte al poder de la Casa de Ganaderos.
El siglo XIX, superada la crisis social, humana y económica de la Guerra de la Independencia, fue clave para la continuidad de Casa de Ganaderos. Fernando VII, tras abonar los ganaderos zaragozanos la cantidad estipulada por el monarca, ratifico los privilegios de “uso de prados, yervas, pastos y aguas de todos los montes existentes en las Ciudades y pueblos del presente Reyno de Aragón”.
Así fue forjándose la historia de la Casa de Ganaderos y su camino hacia la modernidad.
La Casa fue cambiando de nombre, adaptándose a los tiempos y transformándose según los momentos económicos que le tocaba vivir.